martes, 24 de diciembre de 2019

Santa Claus...

Wow! Santa es lo mejor! hace que los niños se sientan felices y agradecidos al recibir un regalo. Ayuda a creer en la magia y hacer cosas buenas, a no perder la esperanza. ¿Really?

Tengo un super trauma con éste señor Gordo y Rojo. Me da un pánico intenso asociarle todo lo "bueno"  a este panzón para que al final los niños sepan que no existe. 

Creo que lejos de hacerles un bien a los niños, o ayudarles a crecer su fe y esperanza, se logra todo lo contrario. 

Depositas todo lo bueno en un ser que no existe. Portate bien, cree en la magia, persigue tus sueños, se bueno, generoso, amoroso. Y ahí están los pobres niños creyendo que las cosas buenas traen cosas buenas.. porque : me porté bien, alguien anda por ahí vigilando a los buenos y  alos malos, les da castigo a los malos y premia a los buenos. Y un día PUM! no existe esa persona !!! Entonces tu sentido de justicia valió! Ser bueno no tiene recompensa... aunado al super trauma de que tus papás te engañaron POR AÑOS!!!! Años!!! Creo que inculcarle a los niños el ser "buenos" y generosos no debería de venir casado con un ser que no existe o con mentiras porque lo de menos es aceptar que Santa no existe, lo grave es que cuando descubres que no existe en su saco se lleva también . la bondad, la justicia, el amor, la honestidad, la esperanza, la confianza etc etc. ¿Qué será más grave? No dejar que tus hijos participen de esa "tradición" o que los valores más importantes pierdan sentido de relevancia en la vida de ese niño?

Y la magia de la Navidad no tiene porque desaparecer. Cuando yo tenía tres años mis papás me dijeron que Santa no existía y que  a los niños les gustaba recibir regalos de sus papás. Que éstos les traían juguetes y que ellos pensaban que era Santa. No crecí amargada sin creer en Santa. La dinámica era la misma: ponías una carta en el árbol sobre los juguetes que querías recibir y si tu papá tenía dinero y podía te traía esos juguetes. Él los escondía y pues a mí me encantaba la espera de saber si los tendría o no y no tenía que ver si me portaba bien o mal, simplemente era si mi papá podía comprarlos y si era  o no generoso. Lo mejor era el misterio de donde los escondía, rara vez yo los encontraba (y miren que buscaba asiduamente por ellos). La noche del 24 para amanecer el 25 me sabía igual... no podía dormir de la emoción, porque lo que a los niños les gusta es el factor sorpresa y los juguetes. 

Pero bueno cada quién hace lo mejor que puede como papá, pero a mí me da terror pensar en todos esos niños asociando todo lo bueno y real  que representa Santa, con un ser que no existe y que en algún punto les romperá el corazón. Porque se lleva entre las patas a todo lo bueno que necesitamos que sí sea real.  El odio y aversión que se puede generar al descubrir tal mentira, al sufrir tal decepción, contamina también los valores asociados al objeto de la decepción, más... siendo niños.